SALTAR PARA VOLAR Y NO PARA CAER

No dejes que nadie te diga que no puedes volar sólo porque no ven tus alas. Ríe cuando alguien quiera cortártelas al ver que vas a atravesar el cielo con ellas. No permitas que ningún pensamiento negativo seque tus raíces y te impida crecer tan alto que roces el sol con tus manos.

Sueña tanto y tan grande que la gente te mire como a un loco. No dejes que nadie te diga lo que puedes hacer y lo que no. Busca en tu interior y descubre qué es lo que te motiva. Después, trabaja duro y constante y no pares hasta conseguirlo.

No hagas ruido. Trabaja en silencio, pues el león de la soberbia tiene el sueño muy ligero y se despierta con frecuencia y deja que la humildad haga todo el ruido.

Sólo los que hemos tenido todo en nuestra contra sabemos de la constancia y sacrificio necesarios para cumplir sueños. Ser pequeño, muy muy pequeño y estar rodeado por monstruos gigantes de armario. De esos que son tan grandes y tan aterradores que hacían que pasaras horas despierto cuando eras pequeño.

¿Recuerdas ese miedo? Sentir que todo lo que te rodea te supera y no tener claro que puedas hacer nada para vencerlo.

Y resulta que si se puede. Y parece que cuánto más grandes son los miedos, más ambiciosos son nuestros sueños y más potentes las ganas de conseguirlos. El miedo es un motor excepcional para mover nuestro mundo. Te hace mantener la alerta, no deja que te relajes en un mundo que nos enseña a correr antes que a caminar.

Emprender un viaje en el que la mochila más grande es la de la incertidumbre y el miedo. Pero la cosa es, que es ese tipo de miedo que tanto te gusta. El mismo que hace que tu estómago se dé la vuelta, que te tiemblen las piernas y que absorbe toda tu atención… Pero también es el mismo que hace que se dibuje una sonrisa en tu rostro porque eres consciente de que si triunfas ¡¡buff!! será maravilloso. No puedes evitar pensar en ese momento. Cuando el esfuerzo diario, el trabajo disciplinado y la entrega dan sus frutos.

Acércate al precipicio con paso firme y decidido. Siente como el pulso se acelera y esa gota de sudor que recorre tu frente. Nota como los músculos de tu cuerpo se tensan con fuerza e inclínate para mirar al vacío.

Siente miedo de saltar… recuerda, el miedo es bueno si sabes usarlo en tu favor. Sólo siéntelo si no estás preparado para lo que te espera. Si no confías en ti y en tus posibilidades. Si no crees estar preparado para lo que viene, es mejor que tengas miedo. Pero tú lo estas, y lo sabes. Sólo un loco con la actitud y las ganas suficientes se acerca a un acantilado con la intención de saltar y volar. Salta para volar y no para caer te repites una y otra vez…inspiras hundo y profundo…exhalas tu último miedo con fuerza, sonríes y saltas…

 

 

 

 

Por JONA PB

Link a su blog UNBROKEN https://pbjona.wixsite.com/misitio